BARTOLOME DE LAS CASAS

[Artículo del número 42 de “National Geographic” (Historia)]

bartolome-de-las-casas-003Nacido en Sevilla en 1474, Bartolomé de las Casas era aún adolescente cuando Cristóbal Colón partía de las costas de Huelva camino de las Indias. El descubrimiento del Nuevo Mundo abrió una perspectiva de riquezas y aventura que muchos andaluces trataron de aprovechar. El padre de Las Casas, un modesto mercader de Tarifa, participó en el segundo viaje de Colón, y en 1502 era Bartolomé quien pasaba al nuevo continente con la armada del gobernador Nicolás de Ovando.

En América, Bartolomé actuó como un conquistador típico. Pronto obtuvo dos encomiendas, primero en La Española y luego en Cuba. Encargado en teoría de la instrucción y la evangelización de los indios que se encomendaban, Las Casas, como los demás colonos, se dedicó a explotarlos.

Su actuación cambió por completo después de que en 1514, tras haberse ordenado sacerdote, experimentase una sorprendente conversión. Durante 12 años Bartolomé había observado los abusos ejercidos por los españoles sobre los indígenas: saqueos, trabajos forzosos, pueblos arrasados, masacres… Todos los episodios que describiría más tarde en su Brevísima relación de la destrucción de las Indias habían ido atormentando su conciencia, hasta que al final abrió los ojos. Decidió renunciar a sus encomiendas y se lanzó a cuestionar los derechos de los conquistadores y encomenderos indianos. Volvió entonces a España para iniciar la batalla a la que dedicaría toda su vida, denunciando el etnocidio cometido por los españoles.

Su visión de cómo debía realizarse la colonización de las Indias pasaba por evangelizar a los indios mediante métodos pacíficos, evitando la coacción y el uso de cualquier tipo de violencia. Las Casas consideraba que los únicos dueños del Nuevo Mundo eran sus habitantes originarios y que la presencia española sólo se justificaba por la conversión al cristianismo, algo necesario pero que debía hacerse libremente. Por esa razón las guerras emprendidas contra los indios había que considerarlas como injustas y tiránicas. Este argumento lo enfrentó con todos los funcionarios y teólogos del momento, pues rechazar las conquistas suponía renunciar a la soberanía sobre las nuevas gentes y sus tierras.

Las Casas volvió a América en 1520, después de que el cardenal Cisneros, entonces regente, lo nombrara <<protector universal de todos los indios>>. Pretendía poner en práctica sus planes de evangelización pacífica, pero el ensayo que hizo en Cumaná (1521) no tuvo demasiado éxito. Propugnó también, como remedio a la explotación de los indios americanos, la introducción de esclavos de África, pero no tardó en arrepentirse al advertir la inhumanidad de la trata de negros y la injusticia de su esclavitud. Tras ingresar en la orden dominica (1522), durante los siguientes dos decenios Las Casas continuó su labor de denuncias contra los colonos españoles, realizando un extenso periplo americano que le llevó a pasar por tierras de Panamá, Nicaragua, México y Guatemala.

En 1540 volvió a embarcar rumbo a España. En esta ocasión sus propuestas humanitarias encontraron mejor acogida. En 1542 el dominico conseguía uno de sus grandes éxitos al convencer a Carlos V de que promulgara las Leyes Nuevas. En ellas se prohibía la esclavitud de los indios, pero además se añadía una medida que provocaría la furia de los colonos españoles: el fin gradual del sistema de encomiendas y la transferencia consiguiente de los indios a la protección directa de la corona.

Fue un triunfo efímero. Tres años después, el propio emperador revocaba el punto relativo al fin de las encomiendas y Las casas volvía a las Indias defraudado, pese a habérsele recompensado con el cargo de obispo de Chiapas, en el sur de México.

En América, su perseverancia en la defensa de sus feligreses indígenas le valió la enemistad de los colonos y funcionarios de su diócesis. El nuevo obispo de Chiapas no se amilanó; quien se opusiera a sus directrices se exponía a la excomunión. Has el virrey de México, Antonio de Mendoza, fue víctima de sus ataques en defensa de la libertad del indio. Pero la lucha lo agotó, y en 1547 volvió a España.

Las casas tenía ya 63 años, y poco después renunciaría a su obispado. Pero no por ello cejó en su labor. Se instaló en Valladolid, junto a la corte, y en 1550 fue el gran protagonista, junto a su adversario Juan Ginés de Sepúlveda, de un debate teológico en la Universidad de Valladolid sobre la legitimidad de la conquista española de América y el trato dispensado a los indígenas. Se dedicó asimismo a obtener cédulas reales a favor de los indios, en especial los de la región de la Vera Paz en Guatemala, donde desde hacía años llevaba a cabo un proyecto de penetración pacífica que finalmente también se saldaría con un fracaso.

Su labor más perdurable en sus últimos años de vida fue la literaria. En 1552 apareció su célebre Brevísima relación de la destrucción de las Indias, compuesta unos años antes. También difundió Los dieciséis remedios para la reformación de las Indias. Instalado en Madrid, prosiguió la redacción de su Historia de las Indias, obra magna iniciada hacía casi cuarenta años y para cuya elaboración había podido consultarla Biblioteca Colombina, con valiosos libros y manuscritos sobre el período de los descubrimientos americanos.

Las Casas siguió intentando influir en el Consejo de Indias, escribiendo memoriales y reafirmándose en sus principales tesis sobre el buen trato a los indios, la defensa de su libertad y la evangelización pacífica. Hasta su muerte en 1566, en Madrid, no dejó de incomodar al poder y de actuar desde sus propias convicciones religiosas, sin atender a los intereses políticos y económicos de la época, que desde luego iban en sentido opuesto. De Las Casas puede sin duda decirse que no fue un <<profeta en su tierra>>.


LOS OTROS DEFENSORES DE LOS INDIOS

Hubo varios religiosos españoles que, como Las Casas, lucharon a favor de los indígenas americanos.

BARTOLOME DE OLMEDO.- Durante la conquista de México por Cortés medió a favor de los indígenas y procuró su evangelización.

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FRANCISCO DE VITORIA.- En 1532 defendió en un tratado que los indios tenían los mismos derechos que los cristianos de Europa.

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JUAN DE ZUMARRAGA.- Primer obispo de México (1527-1548), trató de aplicar las Leyes Nuevas en favor de los indios.

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VASCO DE QUIROGA.- Como juez y luego obispo de Michoacán (1537-1565), se alzó contra los abusos sobre los indios.

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JOSE DE ANCHIETA.- Jesuita, desde 1553 se consagró a la evangelización y protección de los indios de las selvas de Brasil.

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Ricardo Piqueras
(Universidad de Barcelona)