¿CONTRA NATURA?

againstnature_w120pxEl adjunto artículo aparecido en «La Vanguardia» del día 03-11-08, titulado «¿Contra Natura?», trata de una exposición procedente de la Universidad de Oslo, que se exhibe actualmente en Génova. Esta muestra lleva el título Against Nature?/¿Contra Natura? Y muestra casos de aparejamientos entre individuos del mismo sexo que van desde insectos diminutos hasta bonobos y chimpancés, pasando por flamencos, pingüinos, cachalotes y lobos, hasta un total, según el citado artículo, de 1500 especies animales que presentan dicho comportamiento.

Como era de esperar esta exposición está causando sensación entre los colectivos de gays y lesbianas, pues creen ver en ella una justificación a sus tendencias y a su comportamiento, en el ámbito de la Naturaleza. ¿Hay algo más «natural» que lo que se da en la Naturaleza? Por supuesto que no. Pero no todo lo que se da en la Naturaleza es natural ni normal para el ser Humano, ni tampoco para todos los demás seres de una manera general: lo que puede ser normal y natural para un pez, no lo es para un pájaro, por ejemplo.

Si consultamos en el diccionario la palabra «Natura», vemos que la presenta como sinónimo de Naturaleza, en primera acepción. A la palabra «Naturaleza», también en primera acepción la define como «Esencia y propiedad característica de cada ser», y asimismo si consultamos «Natural», nos lo define como «Perteneciente a la naturaleza o conforme a la calidad, propiedad o carácter de las cosas».

leoneshomosexualesrj4Vemos que en la Naturaleza, en la vida de los animales, se dan una variedad enorme de comportamientos, y de modalidades en diversos aspectos, todos ellos perfectamente naturales, tanto por lo que se refiere a la alimentación (los hay herbívoros, frugívoros, carnívoros, carroñeros, omnívoros, etc.), como en la relación entre ellos mismos (hay animales gregarios, otros que forman colonias de pocos o muchos individuos, los hay solitarios, otros viven en pareja, en algunos casos, la misma toda la vida, y otros son polígamos, o se aparean ocasionalmente sólo para copular y también los hay que fecundan los huevos una vez puestos por la hembra), y también en el modo de reproducirse hay una gran variedad de modalidades (por gemación, por división o partición, por copulación o sexuada, por reproducción alternante o sea, asexuada en unos casos y sexuada en otros, también por partenogénesis, los hay que son ovíparos y hay indivíduos hermafroditas que se autofecundan y otros que necesitan fecundarse con otro indivíduo de su especie), igualmente hay diferencias notables en el modo de desplazarse y en los hábitats en que viven. Tal vez podríamos poner otros ejemplos de diversidad, pero para muestra valen los reseñados. También entre los vegetales se da la diversidad, de forma análoga a la del mundo animal. Los animales que actúan de una determinada manera, ya sea en la alimentación, en la forma de reproducirse, o en cualquier otra actividad normalmente siempre lo hacen de la misma forma, a no ser que, por ejemplo en la alimentación, deban adaptarse a determinadas condiciones (por ejemplo: las gaviotas que se adentran en las ciudades, se convierten en carroñeras y carnívoras, cuando normalmente son piscívoras), pero eso es debido a circunstancias anómalas que no se corresponden con su forma natural de vida.

No todo lo que, en ocasiones, efectúan determinados animales, que en ellos resulta perfectamente normal y natural, es transferible a la manera de actuar humana. Por ejemplo, que un lobo ataque a un rebaño de corderos o un zorro penetre en un corral o en un gallinero para llevarse un conejo o una gallina, es perfectamente comprensible, puesto que no se rigen por un código moral, dado que actúan por instinto y por un sentido del oportunismo que les lleva a conseguir de la manera más fácil aquello que precisan. Por el contrario, una actuación parecida o análoga por parte de una persona, podría considerarse con justicia como un delito, y ser moralmente reprobable. Siguiendo en esta misma línea, podemos referirnos al canibalismo. Dejando aparte algunas tribus primitivas que lo han llevado a cabo como un ritual sagrado, en las personas, esta práctica no es normal ni se corresponde con la naturaleza propia del ser humano y, por consiguiente, se considera totalmente propia de una persona psicótica, con graves trastornos mentales. Sin embargo, hay que reconocer que ha habido casos, en circunstancias límite, totalmente anómalas, como estar aislados en lugares inhóspitos y sin alimentos durante varios días, en que algunas personas se han visto obligadas a comer carne humana. Pero repito, se trata en estos casos de situaciones extremas, con problemas graves de supervivencia. No obstante, en el mundo animal, en la Naturaleza, el canibalismo se da en algunas especies, también en circunstancias anormales, como las ratas que, cuando se da un exceso de población y carencia de alimentos, matan a sus crías y las devoran, pero en estos casos son procesos totalmente naturales, que tienen su origen en el instinto de los propios animales y sirven para regular el exceso de individuos, aunque tampoco puedan considerarse hechos normales en el ámbito animal. Se dan de forma extraordinaria y, como hemos visto, tampoco son transferibles como una actividad natural entre los humanos.

En el artículo citado aparece una frase del etólogo sueco Magnus Enquist, que dice:

«Hay cosas mucho más contra natura que la homosexualidad, cosas que sólo los seres humanos consiguen hacer, como tener una religión o dormir en pijama».

No tomaré en consideración lo de «dormir en pijama», toda vez que me parece totalmente intrascendente y frívolo. Pero «tener una religión», no me parece que sea algo contra natura, puesto que es precisamente el sentido de trascendencia, que se traduce en un sentimiento de religiosidad, lo que es esencial al ser humano, y únicamente a él. Sólo a partir de aquí se puede considerar a un homínido plenamente humano. Tan propia del ser humano es la religión que ya Cicerón manifiesta:

«No existe pueblo tan salvaje y tan grosero que ignore que ha de tener un Dios, aunque no sepa qué naturaleza posea éste.» (De Leg., 1, 8);

también Plutarco dice:

«Creo ser cosa más fácil asentar una ciudad en el aire que fundarse o perseverar sin religión ni dioses.» (Adv. Colot. Epicur., 31)

y Quatrefages:

«El hecho de la universalidad de la Religión es tan manifiesto que los más ilustres antropólogos no vacilan en aceptar la religiosidad como uno de los atributos del género humano. ¿Qué es el hombre? Un ser organizado, dotado de moral y de religión.» (Introd. Al estudio de las razas).

A la vista de lo expuesto, me parece que, más bien podría considerarse realmente «contra natura», la carencia del sentimiento religioso en un ser humano.

No sé qué tipo de aparejamientos realizan todas esas especies de animales, las que se citan y las que no, en el artículo que analizo. Tampoco sé si estos aparejamientos son todos ocasionales y esporádicos o son estables: sólo dice que hay casos de «parejas de cisnes que viven juntos hasta la muerte (hembras y machos, en parejas de distinto o igual sexo)». Pero lo que sí parece claro es que, en la mayoría de estos casos, estos comportamientos obedecen a causas circunstanciales y utilitarias o, también a situaciones anormales: animales en cautividad o sometidos a estrés. No parece que sea una tendencia innata ni tampoco mayoritaria y permanente en la vida de los animales.

Si en todos esos animales, pudieran considerarse de algún modo naturales estos comportamientos, es debido a que, como vemos, parecen responder a determinados factores o circunstancias ante las que no tienen recursos para actuar de manera distinta (tengamos en cuenta que, como he dicho antes, a los animales no se les pueden aplicar criterios de moralidad). El ser humano, por el contrario, tiene la capacidad de discernir y, aunque pudiera darse en algún momento, algún factor o circunstancia que le indujera a una práctica homosexual, o cualquier otra que no pudiera considerarse normal, tiene la posibilidad y las facultades necesarias, para actuar consecuentemente.

Más que una tendencia innata, tanto en los seres irracionales como en las personas, esta característica parece deberse a causas circunstanciales o ambientales a menudo traumáticas que, especialmente en el ser humano afectan a su psiquismo, lIevándole a una atracción por personas del mismo sexo. Sobre este aspecto, son muy ilustrativos los libros siguientes: «Comprendiendo la homosexualidad«, por Jokin de Irala, Eunsa/Astrolabio; «Homosexualidad y esperanza – Terapia y curación en la experiencia de un psicólogo«, por Gerard J.M. van der Aardweg, Eunsa/Astrolabio; y de una manera muy concreta: «Una historia sobre el maltrato y la homosexualidad«, por Marta Lozano Gañizar, Editorial CCS. En todos esos libros puede verse que las tendencias homosexuales son debidas a situaciones anómalas que, una vez solucionadas y, parece ser que en muchos casos así es, permiten a las personas que las sufrían llevar una vida heterosexual normal.

Cuando más arriba hemos definido las palabras «Naturaleza» y «Natural», veíamos que ambas definiciones hacen referencia a la esencia y propiedad característica de cada ser y conforme a la calidad, propiedad o carácter de las cosas. Es decir: lo normal es que cada ser actúe de acuerdo con su naturaleza y con sus propias características naturales. En el mundo animal y vegetal hay numerosas variedades y actitudes, como hemos visto, también en lo sexual. Y en estos casos sus características están de acuerdo con las formas y comportamientos sexuales que adoptan. En el ser humano, como en la mayoría de los animales, sólo existen dos sexos: el masculino y.el femenino, no tres: no existe un tercer sexo, que pueda adoptarse o no, según las conveniencias. Por lo tanto, por ser propiedad característica y conforme a la calidad o carácter lo mismo del hombre como de la mujer, en tanto que seres humanos, lo natural y normal son las relaciones y comportamientos heterosexuales.

Por todo lo dicho anteriormente, creo que puede afirmarse que todo lo que es normal, siempre será natural, pero lo que es natural, puede que no siempre sea normal.

Si cada uno puede escoger la manera de manifestar y expresar su sexualidad de la forma que más le apetezca, tal como en determinados ambientes y por parte de algunos grupos, creo que aún minoritarios, pretende defenderse, quién les negará, además del derecho a las prácticas homosexuales, el derecho a la pederastia, la necrofilia, la zoofilia o el incesto. No exagero. Ya hay quien las considera tan normales y legítimas como cualquier otra actitud relativa a la sexualidad. Como una opción más.

Como vemos, la fIlosofía o forma de pensar que induce a considerar normales y naturales cosas que no lo son, puede llevar a actitudes extremas y a prácticas aberrantes, totalmente alejadas de lo natural y más bien cercanas a la irracionalidad más absoluta.

J.A.P.L.

Noviembre 2008


Vocabulario:

PARTENOGÉNESIS.- En algunos animales y vegetales el gameto femenino es capaz de desarrollarse sin haber sido fecundado por el espermatozoo. Esta curiosa modificación de la reproducción sexual se conoce con el nombre de partenogénesis (generación por doncellas). Se distinguen dos tipos de partenogénesis: diploide y haploide.

En la partenogénesis diploide, se desarrolla un óvulo que posee dos guarniciones cromosómicas completas a causa de haber abortado el proceso de la reducción cromosómica. Este tipo de partenogénesis es el más frecuente. Se presenta en el reino animal, en los rotíferos, nematelmintos, dafnias, pulgones y mariposas.

En la partenogénesis haploide se desarrollan óvulos normales provistos de una guarnición cromosómica sencilla. Sólo se presenta en los himenópteros sociales (abejas, avispas y hormigas) y en algún que otro caso, como el interesantísimo de las dafnias machos. Es característico de los óvulos haploides el ser susceptibles de fecundación. En este caso, convertidos en diploides, originan individuos hembras, mientras que cuando se desarrollan partenogenéticamente originan machos.