LA PAPISA JUANA

(Extractado del “Diccionario Enciclopédico ESPASA”).

Papesse_Jeanne_BnF_Français_599_fol._88PAPISA JUANA: Personaje fabuloso que se ha pretendido introducir malévolamente en el Catálogo de los Romanos Pontífices, entre San León IV y Benedicto III., para combatir a la Iglesia Católica.

LA FABULA:

A la muerte de San León IV fue elegido un sabio que los más ponen su cuna en Maguncia. Algunos dicen  que desde el momento de su elección  ya declaró ser mujer, aunque disfrazada de hombre. No es menos discutible su nombre: Inés, Gilberta, Jutta, Teodora y Juana. Todos convienen en que tomó el nombre de Juan VIII. Gobernó la Iglesia más de dos años, hasta que un día, presidiendo una solemne procesión fue acometida de dolores de parto. Llevada a San Juan de Letrán, dio a luz un niño y ella murió.

FUNDAMENTOS:

1º.- La autoridad de los Padres dominicos Martín de Polonia y Esteban de Bourbon (s. XIII), que refieren la anterior historia. Pero, estos dos autores, fuera de vivir cuatro siglos después de la época en que es colocada la Papisa, no conocían ni las más elementales reglas de crítica, como se ve a cada paso en sus escritos.

2º.- En dos catálogos de Sumos Pontífices, redactados, según parece a finales del siglo XIII, se leen estas palabras: “Papissa Johanna non numeratur”. . Luego, dicen ellos: estos dos catálogos al excluirla, reconocen ser una persona real. Pero prescindiendo de la autenticidad de estos dos catálogos, que puede ponerse en duda, de ellos no puede deducirse otra cosa que en su tiempo ya era conocida esta leyenda. Mas al excluir positivamente a la pretendida Papisa de la sucesión de los Romanos Pontífices, equivale a la negación de haber ocupado ella por algún tiempo la Cátedra de San Pedro.

3º.- Adúcense también algunos manuscritos del Liber Pontificalis que contiene la historia de la Papisa. Pero monseñor Duchesne, ha probado evidentemente, que el pasaje que hace mención de la Papisa es una interpolación hecha en el siglo XIV sobre un manuscrito del siglo XII, como se ve examinando el escrito.

4º.- La existencia de algunas estatuas en honor de la Papisa en Siena, Bolonia y Roma, en esta última ciudad confiesa haberla visto Dietrich de Niem. Dice que en el zócalo de la estatua se leía esta inscripción: “Pa. P. P. P. P. P.”: “Parce, Pater, Patrum, Paruit, Papisa, Papellum”. Estas estatuas de Siena y Bolonia si en realidad han existido, dependen evidentemente de la leyenda; en cuanto a la de Roma, representaba una divinidad pagana con un niño en brazos, y según algunos pudo dar ocasión a que se inventara esa fábula. La inscripción predicha puede interpretarse de igual modo: “Pap. P. P. Propia Pecunia Possuit”.

5º.- Los mismos Papas han dado crédito a esta relación, principalmente uno del siglo XIII, que debiendo llamarse Juan XX, prefirió llamarse Juan XXI, para dar lugar a la Papisa en los catálogos Papales. Bien puede ser que Juan XXI creyese cándidamente lo que referían los autores antedichos, pero de aquí no se sigue que la tal Papisa haya existido, ni mucho menos en contra de la santidad de la Iglesia y de la infalibilidad del Santo Padre que mientras no hable “ex cathedra”, puede errar como todo hombre. Sin embargo, monseñor Duchesne, cree que se llamó Juan XXI porque en muchos catálogos se halla dos veces el nombre de Juan XV. Fuera de que muchos papas tomaron su denominación sin crítica alguna. Precisamente el segundo sucesor de Juan XXI, tomó el nombre de Martín IV, siendo así que anteriormente sólo había existido un Martín.

REFUTACIONES:

Actualmente ningún autor serio cree la historia de la Papisa, destituido de todos sus fundamentos; los mismos protestantes se esfuerzan en probar su falsedad y desacreditarla.

En realidad, fuera de que entre los contemporáneos de San León IV y de Benedicto III nadie de la existencia de la Papisa Juana, existen varios documentos que prueban evidentemente la sucesión inmediata de estos dos pontífices, entre los cuales, por lo tanto, no puede colocarse la presunta Juana, a quien aseguran un pontificasdo de más de dos años.

1º- Existe una confirmación de los privilegios de la iglesia de Corvei, con fecha 7 de octubre de 855, tres meses después de la muerte de San León IV, ocurrida el 17 de julio del mismo año. V. Bullarium Romanum (t. I, pags. 295-301, ed. Tauriniense).

2º.- San Prudencio, obispo de Troyes, en los anuales bertinenses, año 855, dice:

En el mes de agosto muere el papa León y le sucede Benito”.

3º.- Hincmaro de Reims, en su epístola 26 a Nicolás I, recuerda que en 856, los legados enviados por él a Roma, al papa León IV, supieron durante su viaje la muerte de éste, y a su llegada a la ciudad, ya ocupaba su lugar Benedicto III.

4º.- Lupo de Ferrieres en una carta a Benedicto le dice que él había sido enviado a su predecesor León.

5º.- Otón de Viena, refiere cómo Benedicto III subió a la cátedra pontificia a la muerte del emperador Lotario ocurrida en 855 (el mismo año de León IV) el 28 de septiembre.

6º.- Más aun, existen unas monedas y medallones con los dos bustos de Benedicto III y el emperador Lotario con sus respectivos nombres, lo cual prueba que Benedicto había subido al trono antes del mes de septiembre de 855, en que murió el emperador. (V. Garampi – De nummo argenteos Benedicti III, Roma 1749).

(Extracto del “Diccionario Enciclopédico SALVAT”).

PAPISA.- Leyenda del siglo XIII. A la muerte del Papa León IV (855) y según otra versión, a la de Víctor III (1087), fue elegida una mujer disfrazada de hombre cuyo embuste se descubrió en un parto de la misma. La leyenda que ya en el siglo XIV perdió su crédito, fue demostrada como falsa en el siglo XVII por el protestante David Blondel. Hoy no tiene más valor que el de una fábula

EULALIO

05.- EULALIO (418-419). A la muerte de Zósimo, mientras el difunto era enterrado en San Lorenzo, su archidiácono Eulalio tomaba posiciones para sucederle. Los otros sacerdotes, en número aproximado de setenta, junto con el pueblo de Roma, se reunieron al día siguiente en la basílica de Teodora, eligiendo a Bonifacio I (29.12.418- 04.09.422). Desde Ravena llegaron órdenes de alejar de Roma a Bonifacio, pero éste no se dio por vencido pues tenía en la corte protecciones poderosas y supo emplearlas. Gala Placidia en particular, se declaró en su favor, de forma que pronto llegarían nuevas instrucciones ordenando esta vez que el expulsado fuera Eulalio, cuyo carácter ambicioso y violento indicaba, por otra parte, que no era la persona idónea para traer la paz.

Así pues, Bonifacio quedó reconocido como el único papa legítimo.

ANASTASIO

09.- ANASTASIO (855). También llamado el Bibliotecario. Sabio escritor religioso, cardenal, antipapa contra Benedicto III, bibliotecario del Vaticano en 867, asistió al octavo concilio de Constantinopla, cuyas actas tradujo al latín. Es autor de una Chronographia tripartita, compendio de fuentes bizantinas. En el entorno de la época de este antipapa, se produjo la leyenda nacida en cronicones escritos trescientos años después de la muerte de León IV (17.07.855). Según la misma, a este pontífice le habría sucedido una mujer, la papisa Juana, que tras una permanencia de dos años y medio al frente de los destinos de la Iglesia, moriría en el curso de una procesión con motivo de los dolores de parto. El bulo comenzó a popularizarse alrededor de 1250. ¿Qué es lo que hay que decir de todo ello? Antes que nada, recordar que históricamente resulta imposible la existencia de tal personaje: León IV murió el 17 de julio de 855; ya finales de dicho mes la Iglesia ya tenía nuevo papa en la persona de Benedicto III (29.09.855-17.04.858), a pesar de los embrollos del obispo de Orte, Arsenio, en su intento de que los legados del emperador Luís II apoyasen la candidatura de su hijo Anastasio. Los orígenes de la historia es posible que se encuentren en el cronista Benedicto de San Andrés del Sorate, cuando, hablando de los papas del siglo X, sujetos a la tiranía de tres mujeres, Teodora y sus hijas, afirmó, a propósito de Juan XI, que «Roma se hallaba bajo la potestad de una mujer«. A partir de 1500 la fábula perdió todo su interés y credibilidad debido al trabajo serio de los estudiosos. Hoy todos coinciden en admitir la total inconsistencia de esta leyenda que no merece atención alguna.

ICONOCLASTAS

ICONOCLASTAS.- Dícese de los herejes que niegan el culto debido a las imágenes.Los desmanes de los iconoclastas (destructores de imágenes) o iconocaustas (quemadores de imágenes) empezaron en 716 con el edicto de León III el Isáurico prohibiendo el culto a las imágenes sagradas por considerarlo idolátrico, lo cual provocó un movimiento de indignación entre el pueblo. En Occidente, el Papa Gregorio II fue el que con mayor constancia y valor se opuso a los iconoclastas. En 787 la emperatriz Irene, en el séptimo concilio ecuménico de Nicea, logró que se les sancionase solemnemente. Al renovarse el movimiento iconoclasta en el siglo IX, la emperatriz Teodora, en el concilio de Constantinopla (843), hizo que se confirmaran las decisiones de Nicea, y entonces fue cuando cesó el movimiento.


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